Desde que, a mediados de mayo, Tom Waits anunciara el recorrido de su próxima gira mediante una ficticia rueda de prensa (probablemente rodada en el patio de su casa), una especie de fiebre o histeria colectiva se desató entre los más fanáticos y esnobistas; los periodistas dejaron caer tormentas de pulsaciones sobre sus teclados y derramaron ríos de tinta ante el histórico evento que se avecinaba: Tom Waits actuaría por vez primera en España después de 35 años de carrera musical, los días 12, 14, y 15 de julio en San Sebastián y Barcelona. El bizarro y ronco príncipe de la melancolía estaba de camino...
La voz de Waits carraspea, brama, solloza, aulla, gorjea, ruge y grazna, (una niña le dijo que su voz sonaba como un payaso y un petardo, -lo has pillado nena- dijo el), da patadas, aporrea cubos y llantas, y golpea gongs hasta que le sangran los nudillos... y asi hasta el día de hoy: 14 de julio, es la primera vez que voy a ver al denominado “Rembrandt de la música moderna” actuar en directo.
Son las 21:30, los espectadores van tomando asiento, la función va a dar comienzo de un momento a otro y en el aire se respira la emoción del que va a ver algo único e irrepetible como es a Tom Waits en directo, el fórum de Barcelona se impacienta.
Son las 9:45, he tenido suerte, tengo asiento en la fila ocho, el escenario esta cerca, el momento tambien. El fórum se impacienta y responde con pisotones. Todo el tarimado comienza a vibrar, a bramar, todo comienza a temblar.
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