6 sept 2008

Crónica concierto Tom Waits (14-07-08) por uno de nuestros colaboradores

Desde que, a mediados de mayo, Tom Waits anunciara el recorrido de su próxima gira mediante una ficticia rueda de prensa (probablemente rodada en el patio de su casa), una especie de fiebre o histeria colectiva se desató entre los más fanáticos y esnobistas; los periodistas dejaron caer tormentas de pulsaciones sobre sus teclados y derramaron ríos de tinta ante el histórico evento que se avecinaba: Tom Waits actuaría por vez primera en España después de 35 años de carrera musical, los días 12, 14, y 15 de julio en San Sebastián y Barcelona. El bizarro y ronco príncipe de la melancolía estaba de camino...

La voz de Waits carraspea, brama, solloza, aulla, gorjea, ruge y grazna, (una niña le dijo que su voz sonaba como un payaso y un petardo, -lo has pillado nena- dijo el), da patadas, aporrea cubos y llantas, y golpea gongs hasta que le sangran los nudillos... y asi hasta el día de hoy: 14 de julio, es la primera vez que voy a ver al denominado “Rembrandt de la música moderna” actuar en directo.

Son las 21:30, los espectadores van tomando asiento, la función va a dar comienzo de un momento a otro y en el aire se respira la emoción del que va a ver algo único e irrepetible como es a Tom Waits en directo, el fórum de Barcelona se impacienta.

Son las 9:45, he tenido suerte, tengo asiento en la fila ocho, el escenario esta cerca, el momento tambien. El fórum se impacienta y responde con pisotones. Todo el tarimado comienza a vibrar, a bramar, todo comienza a temblar.
Treinta y cinco minutos después de la hora prevista, todo estalla en un silencio ensordecedor, la gente silva y aulla, Tom Waits, “el iluminado”, sale a escena, el maestro de ceremonias, el presentador de circo. Da comienzo a la funcion tocando la triada de temas que hasta la fecha ha ofrecido en esta gira, “Glitter and Doom”.

Sobre un escenario que parecia la boca al infierno se erige un chamánico Tom waits con un bombín por sombrero nada habitual, ¡comienza el ritual! Se contorsiona con “Lucinda”, brama con “Jockey full of bourbon” y ruge con “God’s away on bussines”: ¡Atronador!.
Consigue erizarme con la magia y el encanto de “All the world is green”. Y entonces, llega el hechizo, Tom Waits se sienta al piano y saca a relucir la belleza de entre la mugre con una de las canciones mas hermosas que nunca escuché, la canción con la que le conocí: “You can never hold back spring” (no puedes reprimir la primavera). Continúa hechizando con “Johnsburg, Illinois” y consigue poner de pie a los 3000 suertudos allí presentes con “Innocent when you dream” otra de las más maravillosas baladas al piano del irrepetible genio de Pomona, ¡que fortuna la mía!

Esa noche, Tom Waits derramó lamentos, escupió maldiciones, cantó a la luna y aulló al amor, rugiendo melancolías y sollozando tristezas tan profundas que a más de uno arrancó lagrimas.


Por Francisco Cerón González. (Más en el número de septiembre en papel de la revista Entrelíneas).

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